Talleres de Padres: grupo colaborando y compartiendo aprendizaje. No hay mejor forma de iniciar el camino hacia la interiorización de conceptos y técnicas que participar activamente en un grupo, aportar y recibir ayuda, comunicar y estar abierto a los otros.
El porqué del aprendizaje en grupo.
El porqué de los talleres de padres sobre Disciplina Positiva.
Información teórica sobre los principios psicológicos en los que se basa el programa, sobre técnicas, herramientas, sobre opiniones y experiencias está disponible y al alcance de todos, tanto en libros, como en multitud de páginas webs, páginas de Facebook, videos YouTube, etc… Como dato curioso, Google encuentra veintiséis millones de páginas tecleando en su buscador “Positive Discipline” y cerca de nueve para “Disciplina Positiva”.
Pero no es comparable leer y reflexionar individualmente a un proceso de aprendizaje práctico y vivencial en un grupo de padres siguiendo su proceso personal con la facilitación de una persona entrenada para ello. El grupo desempeña un importante papel.
Los principios y las técnicas están al alcance de todos, pero lo que marca la diferencia y la eficacia de los talleres de padres, no es tanto el hecho de disponer de un “experto” que conduce el taller y “explica” la teoría, como el proceso de aprendizaje colaborativo y las actividades vivenciales diseñadas específicamente para entender e interiorizar cada principio teórico y cada una de las técnicas educativas propuestas. Se trata de ir más allá de la simple transmisión de información, se trata de acompañar al adulto en un proceso reflexivo y transformador. Un proceso de aprendizaje que ayudamos a iniciar y que necesariamente ha de tener continuidad en el hogar o en el aula, en el día a día.
Al reconsiderar y replantearse la educación de una forma mucho más consciente, más reflexiva y más profunda, el padre, la madre adquieren más seguridad, y con ella confianza y criterio propio. Herramientas necesarias para hacer frente a la continua toma de decisiones que implica educar. Y por otra parte nos permite sentirnos más cómodo dentro del rol de padre o maestro. Descubrir que no es preciso convertirse “en otro” para educar es liberador. La conducta educativa también puede y debe ser autentica, responsable y acorde a nuestros principios. Es triste tener, en aras de la educación, que adoptar un rol, representar un papel que ni nos gusta, ni nos hace sentir bien y que además, la mayoría de las veces no funciona.
Al leer sobre DP uno siente, al fin y al cabo, esperanza. Esperanza de que las cosas puedan funcionar mejor. Ya sabemos que nunca va a ser fácil educar, pero al menos agradecemos tener más claro hacia donde queremos ir y cómo hacerlo. ¿Quiere eso decir que no va a haber dificultades, que no vamos a tener dudas, ni a cometer errores? Pues desde luego que no. Pero seremos más capaces de hacerles frente a los problemas, más capaces de aprender de nuestros errores y más proactivos, más flexibles, más seguros y más realistas. Seremos más capaces de asumir nuestra responsabilidad porque nos sentiremos más preparados para asumir el reto.
En todo esto hay que destacar el beneficioso efecto del grupo sobre el aprendizaje de habilidades educativas ya que proporciona un valioso apoyo que es decisivo para el logro del cambio educativo que, de alguna manera, todos estamos buscando. Para que las cosas cambien, hemos de cambiar nosotros, hemos de actuar distinto, sentir distinto. Estar mejor para educar mejor.
Educar es vivir y comportarse de una manera conveniente a nuestros objetivos en cuanto a la formación que queremos dar a nuestros hijos. Requiere práctica y entrenamiento, autoconocimiento y autocontrol, consciencia de las propias acciones y de los efectos que estas están generando en los niños y adolescentes, comprensión y empatía. Muchas habilidades que van desarrollando capacidad en el educador y seguridad en sí mismo para aprender de sus errores y confiar tanto en sí mismo como en su hijo. La cosas pueden cambiar porque yo puedo cambiar y encontrar el camino que me lleva hacia donde quiero ir.
Mª Pilar Andújar Rodríguez
Bibliografía:
Jane Nelsen (2009). Disciplina Positiva. Ediciones Ruz: Naucalpan, Méjico. Traducción del título original “Positive Discipline” editado por primera vez en 1981.
“La clave de la disciplina NO es el castigo sino el respeto mutuo. La guía clásica de padres y maestros para ayudar a los niños a desarrollar autodisciplina, responsabilidad y habilidades para resolver problemas”.